Una de las cosas que más
expectación genera a los participantes de una sesión de
musicoterapia para crecimiento personal es las actividades de
musicoterapia participativa en las que ellos mismos hacen música.
Hacer música, tocando un instrumento, cantando, componiendo, es una
actividad que genera bienestar. Tanto la práctica musical individual
como en grupo tienen muchos beneficios y son muy placenteras.
El placer de interpretar
música se intentó convertir en el siglo XVIII en un lujo reservado
a las personas iniciadas en la práctica instrumental, a aquellos
dispuestos a hacer un pequeño sacrificio y aprender primero a
manejar un instrumento musical para poder hacer música con él
después.
No se discuten aquí los
beneficios del aprendizaje de un instrumento: mejor coordinación motora,
entrenamiento de la tolerancia a la frustración, el estímulo de ser testigo del propio
progreso. Sólo se reflexiona sobre el hecho de que quien no estaba
dispuesto a hacer ese pequeño sacrificio, se perdía una experiencia
muy gratificante.
Con los avances
tecnológicos ya en el siglo XX surgieron instrumentos musicales que
tocaban solos, o casi solos, dando al intérprete parte del placer de
tocar un instrumento sin tener que hacer ningún esfuerzo. Pensemos
en los pianos digitales que tocan melodías con sólo apretar un
botón. O inventos más complejos como el juego Guitar Hero, en el
que se simula tocar una guitarra eléctrica.
Pero sin tener que
recurrir a tanta tecnología, y para hacer que los no músicos
saboreen el placer que produce hacer música, y sobre todo hacer
música en grupo, en una sesión de musicoterapia podemos utilizar ciertas
partituras de música contemporánea, que sin recursos de virtuosismo
permiten participar del hacer música a personas sin conocimientos de
lenguaje musical o de manejo de instrumentos musicales.
El usar música ya
compuesta sirve también en un grupo que se está iniciando y se
estanca en la improvisación instrumental con instrumentos de
percusión sencillos y voz. La partitura puede servir como primera
experiencia en la interpretación musical y como guía para futuras
improvisaciones.
También se puede adaptar
música compuesta de periodos anteriores, adaptando la notación
musical o los recursos empleados en la sesión de musicoterapia para
la instrumentación y el aprendizaje de la partitura.